Sin duda era su mejor novela, pero Oscar sabía también que no había razón alguna para que ahora ocurriera lo que debió haber ocurrido hace 30 años. Aun así, la respuesta no se hizo esperar. -! ¡Es magnifica! -le anunció el editor de un afamado sello-Hace años que no leo algo tan intenso-. Oscar derramó dos lagrimones como cucharas soperas. Se limpió con el revés del puño y su boca infló una pompa enjabonada de emociones. -Solo una cosa-apuntó el librero-Tenemos a un autor joven y guapo que podría defender tu novela como merece. Tiene talento, solo que aún no ha dado con esa historia que lo empuje a dar el gran salto. Te ofrezco un 65% de royalties, reediciones y traducciones a otras lenguas, pero Cristian será el autor de tu obra, él hará el trabajo duro; viajes, promoción, firmas, mientras tu estarás tranquilamente en casa, jugando a la petaca o escribiendo la próxima novela desde el anonimato. -Pero nadie sabrá que yo he escrito esa novela. Será el éxito de otro-rumió Oscar con la herida abierta y supurante. -Tienes suerte de publicar en un mercado donde hay escasas oportunidades para principiantes-aclaró el editor. -Imagina a cientos de jovencitas aguardando en largas filas con un ejemplar de tu libro. Madres idealizando en Cristian el ansiado futuro para sus hijos. Chicos deseosos de convertirse en un nuevo talento. Por cierto, Cristian tiene cien mil seguidores en redes y tu apenas 50. Piénsatelo. Oscar llegó a casa y encendió la tele. Entrevistaban a Brad Pit en su 60 cumpleaños, su misma edad. ¿Crees que habrías alcanzado la fama sin la belleza y juventud de entonces? le preguntó el entrevistador mientras pasaban secuencias de Leyendas de Otoño. Oscar volvió la vista a la ventana. La lluvia y el viento lo había revuelto todo desordenando la vida. Mudando de sitio cosas que durante la mañana habían ocupado un lugar, un sentido, un significado. Al menos, eso pensó mientras la noche avanzaba.